domingo, 11 de abril de 2010

Crónicas de otra ciudad: Caza miradas



Llego a la casa y me sacudo los ojos... hoy no ha sido un buen día, tan solo tres miradas, ¡tan solo tres! Hace tanto tiempo que no vivía una crisis similar.

Ahora las he echado fuera, de todas maneras esas miradas que hoy capturé tampoco eran de las que nutren... eran más bien de esas que responden después de una feroz insistencia de mi parte.

Y ahora ¿que le doy a esta insaciable? No me va a perdonar que no haya encontrado “la suya” después de tantos días, esa que tanto me ha encargado. Si por lo menos supiera encontrarla, si por lo menos me dijera alguien donde está esa mirada que tanto nos alegraría a ella y a mí.

Pero bueno, de algo tenemos que alimentarnos ella y yo, así que tengo que salir a la calle de nuevo y encontrarme con ese mundo de ojos, de ventanitas abiertas y cerradas, herméticas y transparentes, radiantes y oscuras.

Me preparo...hago el pelo para atrás, me despejo la cara y salgo a caminar, a la caza de miradas.

Un chico de abrigo largo, alto, de paso lento, que mira hacia el suelo, seguramente esté repasando todo lo que le falta hacer en el día porque tiene cara de preocupación, pero no de angustia...espera, espera...ahora levanta la vista... estoy preparada...tengo que capturarlo...me mira, uno, dos ... ¡No! ¡Se fue!

Para capturar una mirada hace falta un mínimo de tres segundos, con menos no funciona, no se puede captar ninguna esencia ni la otra persona puede dejarse atrapar en un tiempo menor.

Bueno, no importa, esto acaba de empezar... sigamos caminado... ¡ahí! El chico de la bicicleta que se está desatorando el pantalón del pedal mientras el semáforo cambia a verde; está un poco lejos pero creo que lo podemos lograr... Acelero el paso y llego al cruce peatonal... disimulo un poco y ahora me preparo, el cambio de luz es la señal...

-¡Hola! ¿Te acuerdas de mi?
¡No, no, no!... ¡una atrapa miradas no puede ser interrumpida de esa forma! Y no se le puede ganar la partida así como así.
Lo miro rápido y reconozco que lo reconozco, bajo la cabeza; sí, si me acuerdo.

Cuando se está a la caza de miradas los ojos se ponen mas brillantes y mas abiertos, como cuando se está excitada, pero además, son susceptibles también de que se les atrape... así que yo no podía permitirlo, tenía que dejar que pasara ese estado de transe en mí para poder mirarlo sin ningún riesgo.

-¡Que casualidad! ¿Cómo estas?
Ahora la sonrisa... me parece que este tiene mas técnica que yo, solo que no le he concedido aun los tres segundos.


*Este texto lo escribí hace como 6 años y no lo terminé. La invitación es para que quien lo lea, si le apetece, escriba una versión del final de esta historia... o no le haga caso y la deje inconclusa que tal vez así está bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario