domingo, 2 de mayo de 2010

Ser frontera



Soy arquitecta de la transición entre el dibujo a regla T y el Autocad. Aprendí a hacer las dos cosas, ví pasar todos los utencilios más precaicos para imprimir planos y vi pasar muchas noches dibujando a tinta en el restirador.
Me gusta trabajar en base a la intuición, a la creatividad, a la subjetividad, pero no puedo dejar de observar de manera racional todo lo que hago, hasta el amor.
Evalúo mis opciones con fórmulas casi matemáticas... aunque me gusta pensar que me dejo llevar por las emociones.
La música y el cine que disfruto van desde lo alternativo hasta lo más comercial, por eso nunca atino al gusto de l@s amig@s en las fiestas...
Crecí entre hombres, jugando entre los árboles y la bicicleta y desprecieando las muñecas. Aprendí ciertas cuestiones del lenguiaje masculino. Sin embargo tengo más amigas entrañables que amigos... pero no he acabado de entender muy bien a ninguno de los dos géneros, menos a mí misma. Pero de vez en cuando, me veo al espejo o me escucho y me siento la más femenina de todas.
También soy agresiva, dominante y segura, pero en un instante puedo pasar a ser la más frágil e indecisa.
También me reconozco como idealista, pero otras veces yo misma cuestiono mis argumentos y me río de mi inocencia.
Las personas que me conocen me ubican en varios rangos de edad, desde los veintitantos hasta los casi cuarenta. Voy desde la adolescencia hasta la vejez en una misma semana.
Puedo ser la más libre, puedo exigir que no traspasen mis límites, pero también me amarro enfermizamente a mis propias cadenas.
Vivo buscando desesperadamente el amor y cuando lo tengo busco la soledad (Aunque esto creo que le pasa a todo el mundo).
Soy radical pero también flexible y negociadora (aunque a veces no resulta).
Vivo entre dos mundos que se rozan, soy una constante transición.
Soy cosas que no son, sino están siendo.
Vivo en el borde, en la frontera, ahí donde las cosas cambian, donde el agua se vuelve tierra, como los márgenes de los ríos, los terrenos más fértiles y donde hay más vida. Como el amanecer, donde la noche pasa a ser día y la perspectiva cambia.
Creo que tengo más aristas de las que he enlistado, que me mantendré en eterno cambio y contradición...afortunadamente, porque eso... es estar viva.

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