
Hace como dos días una amiga mía trajo a la charla una frase que he oido continuamente, solo que me asustó oirla de labios de una amiga:
"El peor enemigo de una mujer es otra mujer"
La trajo a colación porque yo le contaba a ella una situación que tenía yo en el trabajo con una amiga mía. Ella, la amiga que dijo la frase, me dijo que un ex novio de ella le había mencionado esta frase, afirmando que entre mujeres nunca nos ayudamos, siempre nos ponemos trabas y siempre hay competencia. Esto es cierto o no depende desde donde se mire. Sí que es verdad que entre mujeres ha existido siempre una competencia, sobre todo por los hombres y hoy en día por los trabajos, pero eso tiene una explicación muy sencilla y además, tiene solución:
En primer lugar, está la cuestión de quien maneja este tipo de sentencias, porque son sentencias, como si no existiera otra manera de ser más que así. Quien dice estas frases conciente o inconcientemente tiene la intención de que las mujeres verdaderamente no nos llevemos bien. Eso conviene de cierta forma a quien busca el control, a quien busca que no se generen cambios en la sociedad, y menos en favor de las mujeres. Lo dice Foucault en su ensayo sobre el poder: a quien busca conseguir el poder y el control, le es favorable no ser visto, estar en el anonimato (qué mejor anonimato que los mitos sociales); pero más que eso, le es conveniente que esos a los que quiere controlar no se comuniquen entre sí, no se pongan de acuerdo, no se relacionen, ni siquiera se vean. Que no piensen en colectivo.
Hay quienes dirán: AAAAAAAH! pero son las mismas mujeres las que promueven este tipo de "propaganda" en su contra. Puede ser (aunque no somos todas), pero hay veces en las que, a fuerza de repetir una mentira, poco a poco se va convirtiendo en verdad.
Pero... ¿qué pasaría si las mujeres que creen que es imposible llevarse bien con otra, pusieran en duda esta sentencia? ¿qué pasaría si no solamente lo ponen en tela de juicio las mujeres, sino tambien los hombres? y si a pesar de todo sigue pasando...¿qué pasaría si empezamos por transformarnos interiormente y dejamos de ser las portadoras de estos comportamientos?...
La otra parte de la idea la dice Marcela Lagarde, una feminista latinoamericana con ideas muy claras; ella señala que la competencia entre mujeres se da porque existen muy pocas oportunidades para nosotras, así que si aparece una, todas nos movemos desesperadas para conseguirla, y obviamente competimos para quedarnos con el puesto (ya sea amor, ya sea trabajo, o escuela).
Yo lo comparo con el juego de las sillas, ese juego que nos divertía tanto de chiquitas. Hay muchas sillas ocupadas en el mundo, solo una está desocupada, y así como en el juego, pues se "arman los madrazos por esa silla". La respuesta es muy simple, lo dice Marcela Lagarde y yo lo completo con mi reflexión personal: Hay que apoyarnos mutuamente, hay que ayudar a la otra a que alcance su silla, su oportunidad; hay que trabajar en equipo y poco a poco iremos consiguiendo oportunidades para todas. Esto no es fácil de hacer, pero sí se puede... lo único, y lo más cabrón, es dejar el ego a un lado. Reconocer cuando es momento para la otra y cuando es momento para una misma; apoyarnos, y sobre todo, hablar. Si hablamos resolveremos los conflictos, si no nos quedamos con prejuicios arcaicos en la mente y enfrentamos las cosas como seres humanos adultos, seguro que podremos solucionarlos, o por lo menos, iremos aprendiendo cómo hacerlo...
(Me permito un homenaje personal a quienes me han hecho ver que podemos contar unas con otras: Soco, Luisa, Blanca, Jasibe, Yey, Nadja, Lety, Devaki, Yadira, Estela, Graciela, Laura, Sonia, Ana, Reyna, Miriam, Chaly, Yonnia, Marisol, Roxana, Paloma, Heidi, Jenny, Ingrid, Vicky, Isabel, Sole, Trini, Claudina... y cada una de las mujeres que me han ayudado y me han hecho pensar de esta forma).
Querida fantasma:
ResponderEliminarMe encanto leer esto!!! Definitivamente le das al clavo en una cuestión importantísima!
Simone de Beauvior dice que las mujeres son una clase de oprimidos que no sienten solidaridad por sus congéneres, por eso no han podido organizarse mejor para luchar por sus derechos, tal como lo han hecho las personas que sufren de discriminación por raza o preferencia sexual. Las mujeres han sentido mayor solidaridad por los miembros de su misma clase social antes que por otras mujeres, tal como se puede ilustrar durante la lucha por el voto feminino en gringolandia, donde las mujeres blancas de clase acomodada salían a manifestarse y dejaban a las mujeres afroamericanas de niñeras.
Por supuesto que empezar a dejarnos de ver como enemigas y solidarizarnos es el punto del cual debemos de partir para mejorar nuestra situación en todos los aspectos. Aceptar que las cosas han sido así hasta ahora es un gran avance, pero también no debemos perder de vista que cualquier momento es excelente para empezar a hacer las cosas de manera distinta.
Bueno, voy a seguir leyendo tu blog.
Un abrazo